No existe acuerdo entre la crítica sobre la fecha y lugar de nacimiento de Jacopo Amigoni, una de las figuras más representativas del Rococó italiano. Si para unos vio la luz en Nápoles en 1682, otros dan como seguro el año de 1860 y le atribuyen un origen veneciano.

De lo que no cabe duda es de que en 1711 estaba en Venecia, a donde llegó impregnado del estilo de los napolitanos Solimena y Giordano, y donde fue seducido por la estética clara y luminosa de Sebastiano Ricci que ejercería una definitiva influencia sobre él.

Amigoni es un buen ejemplo de artista itinerante que trabajó en varios estados italianos, en Baviera, Inglaterra, Francia, y finalmente España como pintor al servicio del rey Fernando VI.

Llegó a Madrid en 1747 en compañía de su ayudante y colaborador, el francés Charles Flippart, pero no pudo hacer mucho ya que murió cinco años después. Pintó, no obstante, algunos cuadros religiosos, retratos y cartones, y decoró al fresco el techo de la sala de "Conversación" -hoy comedor de gala- del Palacio de Aranjuez.