85 obras del autor: Guardi - (Francesco Guardi)

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Apunte Biográfico

Francesco Lazzaro Guardi (5 de octubre de 1712 – 1 de enero de 1793) fue un pintor de vedute veneciano. Está considerado entre los últimos practicantes, junto con sus hermanos, de la clásica escuela de pintura veneciana. Su pintura se caracteriza por colores expresivos y contornos esfumados.

Francesco Guardi nació en Venecia en una familia de la nobleza menor del Trentino. Su padre Domenico (nacido en 1678) y sus hermnos Niccolò y Gian Antonio fueron también pintores. El último heredó el taller familiar a la muerte del padre en 1716. Probablemente todos contribuyeron como un equipo a algunos de los grandes encargos atribuidos más tarde a Francesco. Su hermana Maria Cecilia se casó con el prominente pintor véneto-europeo de su época, Giovanni Battista Tiepolo. En 1735, Francesco pasó a trabajar en el taller de Michele Marieschi, donde permaneció hasta 1743. Sus primeras obras ciertas datan de 1738, para una parroquia de Vigo d'Anuania, en el Trentino. En este periodo trabajó junto a su hermano Gian Antonio, más conocido que él. La primera obra firmanda por Francesco es un Santo adorando la eucaristía (hacia 1739).Terminado el periodo de aprendizaje, en 1617, aprobó el examen ante el gremio de pintores de Sevilla. Recibió licencia para ejercer como maestro de imaginería y al óleo pudiendo practicar su arte en todo el reino, tener tienda pública y contratar aprendices. No se sabe si abrió taller. Antes de cumplir los 20 años, en abril de 1618, se casó con la hija de Pacheco y luego nacieron en esta ciudad las dos hijas del pintor.

En estos primeros años desarrolló una extraordinaria maestría dominando el natural, consiguiendo la representación del relieve y de las calidades, mediante los nuevos métodos del claroscuro, influido principalmente por el naturalismo de Caravaggio. En sus cuadros aparece una fuerte luz dirigida que acentúa los volumenes y objetos sencillos aparecen destacados en primer plano. El cuadro de género o bodegón, de procedencia flamenca, con su representación de objetos cotidianos y tipos vulgares, le sirvió para desarrolar estos aspectos. También la producción del pintor en este tiempo se vuelca en los encargos religiosos como la Inmaculada Concepción de la National Gallery de Londres y la Cena en Emaús del Metropolitan Museum de Nueva York. Esa forma de interpretar el natural le permitió llegar al fondo de los personajes, demostrando tempranamente una gran capacidad para el retrato transmitiendo la fuerza interior y temperamento de los retratados. Como el retrato de sor Jerónima de la Fuente de 1620, del que se conocen dos ejemplares de gran intensidad, donde transmite la energía de esa monja que con 70 años parte de Milán para fundar un convento en Filipinas.

Sus obras de este periodo incluyeron paisajes así como representaciones figurativas. Sus primeras vedutas muestran la influencia tanto de Canaletto como de Luca Carlevarijs. El 15 de febrero de 1757 se casó con Maria Mathea Pagani, la hija del pintor Matteo Pagani. El mismo año su hermano Gian Antonio murió y nació su primer hijo, Vincenzo. Su segundo hijo, Giacomo, nació en 1764.

En 1763 trabajó en Murano, en la iglesia de San Pedro Mártir, acabando un Milagro de un santo dominico claramente influido por Alessandro Magnasco en su estilo cuasi-expresionista.

Los trabajos de madurez más importantes de Francesco Guardi incluyen las Fiestas del dogo, una serie de doce lienzos que celebraban las ceremonias celebradas en 1763 por la elección del dogo Alvise IV Mocenigo. En sus últimos años, la influencia de Canaletto en su arte disminuyó, como se muestra en la Piazzetta en la Ca' d'Oro de Venecia. Alrededor de 1778, pintó la severa Santísima Trinidad apareciéndose a los santos Pedro y Pablo en la iglesia parroquial de Roncegno. En 1782 el gobierno veneciano le encargó a Guardi seis lienzos para celebrar la visita de los archiduques rusos a la ciudad, de los cuales sólo quedan dos, y otros dos para la del papa Pío VI. El 12 de septiembre de ese año fue admitido en la Academia de Bellas Artes de Venecia.

Una atención mayor a los colores está presente en obras tardías como el Concerto de ochenta huérfanos de 1782, actualmente en Múnich, en la Fachada de palacio con escalera en la Accademia Carrara de Bérgamo.

Guardi murió en Venecia en 1793.

Las obras maestras de Guardi (en cuadros atribuidos a Francesco o a su hermano Gian Antonio, o a ambos a la vez) no son una descripción del paisaje, sino los cuadros con aéreo esfumado de la Historia de Tobit para la tribuna del órgano de la pequeña Iglesia del Ángel San Rafael. En palabras de la Web Gallery of Art: La perspectiva, el espacio aéreo organizado, la solidez palladiana de... son sustituidos por un estilo personal de escritura en color – ahora brillantemente caligráfica, y ahora brillantemente nublada.

El estilo pictórico de Guardi es conocido como pittura di tocco (de toque) por sus pequeñas y enérgicas pinceladas puntuales. En esto se aparta del estilo de Canaletto, más sólido, meticulosamente dibujado y exacto desde el punto de vista arquitectónico. El estilo de pintura más suelto fue asimismo usado por Giovanni Battista Piazzetta y Sebastiano Ricci. Las pinturas religiosas de Guardi tienen también algo del esfumado dulcificado del estilo boloñés de Barocci. Este estilo, siglos después, haría que las obras de Guardi fueran muy apreciadas por los impresionistas franceses.

Mientras que Canaletto parece haberse concentrado en una representación meticulosa de la arquitectura de la república imperial, en Guardi los edificios parecen a menudo estar disolviéndose y hundiéndose en una laguna lodosa. Los lienzos de Canaletto a menudo presentan intrincadas líneas y brillantes detalles de estructuras urbanas, y presentan a Venecia a la luz del sol. En cambio, los cielos de Guardi están nublados y el tiempo es crepuscular. Estos contrastes, sin embargo, simplifican los hechos, puesto que Canaletto a menudo pintó la monótona vida comunal y los barrios (creando en ellos algunas cualidades artísticas épicas), mientras que Guardi no eludía pintar las ceremonias, ya en aquel entonces vanas, de la Venecia ducal. En último término, las pinturas de Guardi evocan el comienzo de la disipación. La ciudadanía se ha hundido en una masa liliputiense de "fisgones", incapaces de salvar la República en decadencia, como ocurre por ejemplo en el Fuego en el depósito de aceite de San Marcuola. Era una representación adecuada del imperio que declinaba rápidamente para convertirse, en palabras de Napoleón, en la "sala de Europa" ocupada por casinos, carnavales y cortesanas de alquiler. En su primer viaje a Italia realizó una radical transformación de su estilo. En este viaje el pintor ensayó nuevas técnicas buscando la luminosidad. Velázquez, que había ido desarrollando su técnica en los años anteriores, concluyó esta transformación a mediados de 1630 donde se considera que encontró su lenguaje pictórico mediante una combinación de pinceladas sueltas de colores transparentes y toques precisos de pigmento para resaltar los detalles.

A partir de La Fragua de Vulcano, pintada en Italia, la preparación de los cuadros cambió y se mantuvo el resto de su vida. Se componía básicamente de blanco de plomo aplicado con espátula, que formaba un fondo de gran luminosidad complementada con pinceladas cada vez más transparentes. En La rendición de Breda y en el Retrato ecuestre de Baltasar Carlos, pintados en la década de 1630, concluyó este cambio. El recurso de fondos claros y capas transparentes de color para crear una gran luminosidad eran frecuentes en pintores flamencos e italianos, pero Velázquez desarrolló esta técnica hasta extremos nunca vistos.

Esta evolución se produjo debido al conocimiento de la obra de otros artistas, especialmente la colección real y los cuadros que estudió en Italia. También por su relación directa con otros pintores, Rubens en su visita a Madrid y los que conoció en su primer viaje a Italia. Velázquez, por tanto, no hacía como los otros pintores que había en España que pintaban superponiendo capas de color. Él desarrolló su propio estilo de pinceladas diluidas y toques rápidos y precisos en los detalles. Estos pequeños detalles tenían mucha importancia en la composición. La evolución de su pintura prosiguió hacia una mayor simplificación y rápidez de ejecución. Su técnica, con el paso del tiempo, se volvió más precisa y esquemática. Fue el resultado de un amplio proceso de maduración interior.

El pintor no tenía la composición totalmente definida al principio, más bien prefería ajustarla según iba progresando el cuadro introduciendo modificaciones que mejorasen el resultado. No hacía dibujos preparatorios, simplemente hacía un bosquejo de las lineas generales de la composición. En muchas de sus obras sus célebres corecciones se aprecian a simple vista. Los contornos de las figuras se van superponiendo en el cuadro según modificada su posición, añadía o eliminaba elementos. A simple vista se pueden observar muchos de estos ajustes: modificaciones en la posición de las manos, de las mangas, en los cuellos, en los vestidos. Otra costumbre suya era retocar sus obras después de concluidas, en algunos casos estos retoques se produjeron mucho tiempo después.

La paleta de colores que empleaba era muy reducida utilizando en toda su vida los mismos pigmentos. Lo que varió con el tiempo es la forma de mezclarlos y aplicarlos.

El grado de acabado es otra parte fundamental de su arte y depende del tema. Las figuras son siempre la parte más elaborada, en el caso de la famila real están mucho más trabajadas que en los bufones donde se tomó las mayores libertades técnicas. En cuadros como La encajera la zona abocetada con amplias pinceladas ocupa gran parte del cuadro. A lo largo de su vida, en muchos retratos y otras composiciones mitológicas, religiosas o históricas aparecen estas zonas esbozadas. Para López Rey es claro que estas partes abocetadas tienen una intensidad expresiva intrínseca estando bien integradas en la composición del cuadro.

(Información obtenida de Wikipedia)