32 obras del autor: Lippi - (Fra Filippo Lippi)
Clasificador |
N° de obras |
Siglos XIV/XV. Gótico/Renacimiento | |
- Florencia (Los Iniciadores) | 32 |
Apunte Biográfico |
Fray Filippo di Tommaso Lippi (Florencia,1406 – Spoleto, 8 de octubre de 1469), también conocido como Lippo Lippi, fue un pintor cuatrocentista italiano.
Nació en Florencia en el año 1406, hijo de un carnicero y huérfano a temprana edad, fue llevado al convento del Carmen de Florencia por manos piadosas pero deseosas de librarse de una molesta boca que alimentar. A los veinticuatro años fue nombrado pintor de la orden y al año siguiente pronunciaba sus votos definitivos, los buenos frailes posiblemente se frotaron las manos pensando que disponían de su propio Fra Angélico, pero no tardaron en quedar desilusionados: el fraile pintor, en lugar de dedicarse a decorar celdas y paredes de la orden, era más proclive a aceptar encargos foráneos, menos exigentes en materias teológicas, más sensibles a la belleza, no menos piadosos, y mejor pagados. En 1546 entra a trabajar en el convento de monjas de Santa Margherita en Prato, donde es seducido por la belleza de una de las novicias: Lucrecia Buti, la sacó del convento, huyó con ella, la convirtió en su amante y engendró dos hijos, Filippino, pintor como el padre, y Alessandra. Falleció en el año 1469 en Spoleto, su hijo firmó, en lugar del padre, los recibos del cobro de las últimas obras paternas. Sobresalió por la originalidad del paisaje y la elegancia nerviosa en el dibujo, que influyó decisivamente en Botticelli. Influido por Masaccio, del que este pintor del Quattrocento fue el discípulo más directo, Fra Filippo Lippi dio a los temas tradicionales una nueva intensidad, en especial por su concepción del espacio (utiliza paisajes en lugar de fondos planos, a fin de contrastar figuras) y por su búsqueda de los efectos de color, lo que lo hace uno de los mejores expertos coloristas de esa época. Sobresale por la originalidad del paisaje y la elegancia nerviosa en el dibujo, que influyó decisivamente en Botticelli, destacándose su valoración por el movimiento y el gusto por lo anecdótico. Como naturalista, tiene un realismo menos vulgar que el de algunos de sus contemporáneos, con animaciones genuinas que incluyen incidentes semi-humorísticos y personajes menores. Trata frecuentemente temas religiosos, siendo su mayor aportación a la pintura quattrocentista florentina un mayor acento profano respecto a las obras de Masaccio o Fra Angelico que le sirvieron de inspiración, puesto que enfoca el arte religioso desde su lado humano. Su carrera estuvo en continuo desarrollo, sin grandes variaciones en estilo o color. Banquete de Herodes (1460-64) Este fresco ubicado en la Catedral de Prato representa el banquete de Herodes, al que ninguno de los invitados rehusó asistir. Todos estaban ataviados para la ocasión y disfrutaron copiosamente, transcurriendo la noche en ebriedad y desenfreno, para terminar con el asesinato de Juan el Bautista. En la pintura aparecen dos escenas, una a la izquierda donde se encuentran los monarcas y Salome danzando y otra a la derecha donde Salome se encuentra con la cabeza del Bautista. El pintor creó un destacado tipo que debe nada a la castamente observada fórmula de la edad precedente, en cuya gracia voluptuosa, los delicados y poco frecuentes arabescos y el afectado arreglo del vestido, Botticelli encuentra inspiración para "Judith" y las "Hijas de Jethro". Virgen con Niño y dos ángeles (h. 1445) La gran aportación de Fra Filippo Lippi al Quattrocento se encuentra en el sentido humano de sus obras, que se aprecia sobre todo en las Madonnas como la de la pintura mostrada. Este tipo de Madonnas servirá de inspiración a Botticelli, quien trabajó en el taller de Lippi en Prato. En la pintura, dos ángeles elevan al Niño hasta la Virgen que la recibe con las manos en actitud orante; en el rostro de María se aprecian los rasgos de Lucrecia Butti, novicia que con quien Fra Filippo Lippi tuvo al pintor Filippino Lippi. Los rostros son muy expresivos, especialmente el del ángel, que dirige su mirada inocente y una sonrisa cómplice al espectador para involucrarle en el episodio. En el fondo se destaca el paisaje rocoso enmarcado por una ventana en colores pálidos, que otorga una sensación de profundidad. El color en la pintura crea una delicada luz, y el juego de luz y sombras, sumado a las transparencias en algunas telas, genera la ilusión de movimiento. |