(Bembibre, 29 de junio de 1927 - San Sebastián, 29 de marzo de 1984) es un pintor español. Natural de la provincia de León, pasó la mayor parte de su vida en San Sebastián. Siendo un niño de 9 años, en 1936 sufrió un accidente, que le obligó a depender de unas muletas por el resto de su vida. La familia del pintor siempre estuvo marcada por las dificultades económicas; este hecho, unido a una infancia triste y solitaria de niño enfermo, marcó el arte de Amable. Después de haber pasado su infancia en tierras del Bierzo, en 1942 se trasladó junto con su familia a San Sebastián, ciudad en la que residiría el resto de su vida. De formación casi completamente autodidacta, adquirió ciertos conocimientos de técnica pictórica de la mano de Ascensio Martiarena, en cuya academia estudió. Pinta sus primeros óleos en 1956, y en 1958 realiza su primera exposición individual. Fue nombrado presidente de la Asociación de Artistas de Guipúzcoa en 1961, coincidiendo con la época en la que participa activamente en la vida cultural de la ciudad. En 1965, Eduardo Chillida valiéndose de sus contactos en Francia le facilita una exposición en la galería Maeght de París; la exposición fue un fracaso de ventas y publico. Entre 1966 y 1970, Arias en compañía de Sistiaga promovió la Escuela Vasca de pintura y el Grupo Gaur, compuesto por Rafael Ruiz Balerdi, Sistiaga, José Luis Zumeta, el propio Amable y los escultores Néstor Basterretxea, Jorge Oteiza, Chillida y Remigio Mendiburu. A partir de esos años las obras de Amable Arias evolucionan hacia una pintura abstracta que se mantiene al margen de la tendencia general dominante, marcada por el grupo El Paso, con cuyos pintores no comparte el pesimismo vital de corte existencialista y trágico. La trayectoria pictórica de Amable Arias está determinada por una desacomplejada y desprejuiciada alternancia entre la abstracción y la figuración, esta última centrada en el reflejo de sus relaciones humanas y los espacios de la niñez, tal y como lo testimonian los abundantes retratos de conocidos y familiares y los cuadros con paisajes bercianos de su infancia. Su visión más sombría de la realidad queda recogida en sus obras figurativas; la abstracción, en cambio, es un lenguaje pictórico que le sirve para expresarse con un colorismo alegre y desenfadado, plagado de naranjas y amarillos, muy alejado del informalismo imperante en España. Las obras de Amable transpiran una extraña sensación de sinceridad frente a la realidad. (Información obtenida de Wikipedia).