Barcelona 1921 – París 2000.

En 1939, nada más abandonar el campo de concentración de Argelès, donde había sido confinado junto a su hermano José Vilató, conocido artísticamente como J. Fin, Javier Vilató iniciaba una intensísima carrera artística (pintura, dibujo, escultura, grabado, cerámica, murales...) que acabaría abriéndole las puertas de museos como el MoMA, el Pompidou o el Reina Sofía. Tenía sólo 15 años, pero en él el hecho artístico no había sido algo aprendido, sino vivido: sobrino de Picasso (su madre era Lola Ruiz, hermana del pintor, y su padre, el neuropsiquiatra Juan Vilató Gómez), había nacido rodeado de cuadros, y a ellos, con la intensidad de un poeta, consagró toda su vida. "El poeta de la luz", como lo definió Claude Roy. Lamentablemente, Vilató no ha gozado de demasiadas oportunidades de mostrarse en su ciudad natal.

Sus primeros lienzos, antes de instalarse en París en 1946, son de influencia cubista; en otras obras predomina el toque surrealista o la celebración de la luz y el mundo mediterráneo, fruto de sus estancias en su casa de Alicante, donde durante tres meses al año vivía sin luz, sin agua, sin teléfono. En sus últimas obras, en 1999, suaviza la paleta, se centra en la escultura y los retratos de mujer.