57 obras del autor: Villar - (Isabel Villar)
Clasificador |
N° de obras |
Siglo XX. Transvanguardia/Figuración | |
- Otros Movimientos | 3 |
Siglos XX y XXI. Arte Último/Figuración | |
- Paisajes y Vistas | 4 |
- Interiores y Costumbres | 3 |
- Bodegones y Flores | 3 |
- Retratos | 12 |
- Desnudos | 7 |
- Animales | 6 |
- Varios | 19 |
Apunte Biográfico |
Isabel Villar Ortiz de Urbina (Salamanca, 1934)
Pariente lejana del historiador Villar Y Macías, nació en Salamanca, pero a los siete años se mudó con su familia a Ávila, pasando los inviernos en Salamanca. Esta circunstancia causó que Isabel estudiara en casa hasta el bachillerato. A los catorce años comenzó a estudiar pintura en la Escuela de bellas Artes de San Eloy donde permaneció hasta 1952 al terminar este ciclo inició sus estudios de Bellas Artes en la Academia de San Fernando, en Madrid. En 1957 logra participar en su primera exposición en la Casa de Salamanca, en Madrid junto a otros artistas salmantinos que estudiaban en la academia de San Fernando, como Jacinto Orejudo o Malocha Pombo y al año siguiente realiza su primera exposición en solitario en la Sala Miranda de Salamanca. Desde esta exposición ha participado de forma tanto individual como colectiva en más de ciento cincuenta. Terminados sus estudios vuelve a Salamanca, donde continua con su labor pictórica llegando a unirse al Grupo Koiné y más tarde al Grupo Tormes. Pero en 1963 se muda a Santander con su marido el también pintor Eduardo Sanz, para más tarde regresar a Madrid principal centro cultural del país. Sus pinturas aparentemente ingenuas han motivado que sus detractores la cataloguen como naïf, debido a que los cuatros de esta artista muestran paisajes fantásticos cuya característica se extiende a sus personajes. El mágico encanto de esta autora se transparenta en sus imágenes y sucesos casi oníricos que pueden recordar al movimiento surrealista. En su obra se aprecia siempre un conocimiento y dominio técnico depurado, en el uso de las múltiples perspectivas, en el juego de los colores, en la superposición de los planos. Todo ello confiere una rigurosidad pictórica y un buen hacer que se mantiene y es cada vez más patente en su trayectoria. Tras este buen hacer de la materia, se percibe la cualidad más trascendente en la obra de Isabel: su poesía. Lo poético en sus cuadros es lo que más nos alcanza, transmitiendo esa serenidad, esa melancolía apacible, ese deseo de paraíso casi inalcanzable con el que nos gustaría toparnos de frente, y en el que nos gustaría introducirnos para reposar sin fin. Su obra esté presente en destacados museos y colecciones, como el Centro de Arte Reina Sofía, la Biblioteca Nacional, el Museo Vaticano de Roma, Colección La Caixa, Colección de Arte Gráfico del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Universidad Internacional Menéndez Pelayo y Museo Olímpico de Lausanne (Suiza). |